lunes, 19 de julio de 2010

Un matecito - De cómo el mate y yo nos reencontramos

Un matecito =)



Cuando era pequeña viajaba prácticamente todos los fines de semana a la casa de mi abuela paterna. Allí tenía siempre a mis tíos, muy cariñosos, a mi abuela consentidora que me preparaba mi comida favorita, pastel de carne, y a mi tía que también me consentía mucho. Allá todos son árabes, y para ellos la hora de la comida es un momento muy importante, de reunión y sobre todo de conversación. Por eso, no era por casualidad que después de la entrada y de la comida y del postre, aún nos quedara un rato más que pasar juntos: tomando mate.

Yo no sé de dónde le salió eso a los árabes, o si más bien los sureños lo tomaron de alguna forma de ellos, el caso es que mi familia también tomaba mate y nos daban a los niños, pero con azúcar, claro. Fueron aaaaños de tomar mate los fines de semana luego del almuerzo y me parecía de lo más lindo, me encantaba.


Ya mas grandecita dejamos de viajar con tanta frecuencia y también el almuerzo dejó de ser un acto ritual largo y pausado en la casa de mi abuela, y poco a poco se me fue olvidando el hábito del mate.


Afortunadamente hace poco le ofrecí alojamiento a un nuevo amigo argentino, Adrián, quién no puede dejar de andar trotamundeando Venezuela con su mate bajo el brazo y quién además no dudó en ofrecerme, tal como es de costumbre en el sur de "la patria grande" xD. Apenas lo probé recordé muchas cosas de mi niñez y quedé automáticamente enganchada otra vez y por eso entre otras cosas dibujé esto... en honor a la sensación que me devuelve el tecito maravilloso.